Contrapunteo del Venado la Jicoteca Diario de campo en periodo especial
Cristina Padilla Dieste

La estructura central de este texto corresponde a mi diario de campo en La Habana. ¿Por qué un diario de campo? En mi caso la razón es de carácter profesional: el antropólogo utiliza como medio de recopilación de la información observada un diario de campo, una bitácora de trabajo. Su uso viene desde que la antropología se organizó como práctica científica social. Es un instrumento que activa y guarda la memoria; obliga al registro de lo descubierto en el trabajo de investigación; enseña que requiere un orden en las descripciones; y posibilita una sostenida reflexión del material recopilado. Además el diario de campo va tomando personalidad propia, poco a poco el conjunto de relatos adquieren sentido, llevándonos a la interiorización reflexiva de aquella crónica de hechos -hechos pensados- que eventualmente nos permiten nuestra propia lectura de la realidad. El ejercicio del diario de campo es también una disciplina. Con frecuencia el antropólogo pasa largas temporadas aislado o a la distancia de sus colegas; la misma práctica de campo como rutina, como espacio, como círculo de informantes, como ocupación mental, implica una suerte de soledad. El diario de campo es un confidente de fatigas, de muchas sorpresas e impensadas sospechas que la realidad, en sus pliegues, nos va mostrando.

 

 

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